El bombardeo de Cárdenas

La bahía de Cárdenas fue escenario del primer choque naval de la Guerra Hispano-Estadounidense. La US Navy se llevó una derrota inesperada, pero no sin antes infligir grandes daños a la ciudad. Un episodio breve y poco conocido de la historia cubana.

Muerte del alférez y cuatro marinos del USS Winslow.

Los últimos días de abril de 1898 fueron de gran agitación a ambos lados del estrecho de la Florida. La lucha independentista en Cuba alcanzaba su punto álgido, y el expansionismo estadounidense pasaba de la tierra al mar. La guerra en la isla ofrecía una oportunidad idónea para que el naciente imperio norteamericano proyectase su poder naval contra una potencia en decadencia, amparado en la causa del derecho de los cubanos al autogobierno.

Así, el 21 de abril de 1898, la Marina de Guerra de los Estados Unidos estableció un bloqueo naval sobre las costas cubanas, dando inicio a un conflicto que marcaría el ocaso de un imperio y el auge de otro. Todos conocemos el desenlace de la guerra, pero un hecho menos divulgado es que la primera escaramuza naval entre estadounidenses y españoles ocurrió muy cerca de las aguas paradisíacas de Varadero, en la bahía de Cárdenas.

A inicios de mayo, pocos días después de que el Congreso norteamericano declarara la guerra, una escuadrilla naval estadounidense tomó el control de las aguas al norte de Matanzas. Su misión era impedir la entrada de barcos al puerto de Cárdenas, uno de los más importantes del país. En aquella época, Cárdenas era hogar de familias adineradas, algunas descendientes de aristócratas europeos y otras que habían hecho fortuna en la isla. La presencia de numerosos almacenes, destilerías, plantaciones y centrales azucareras la convertía en una plaza de valor estratégico.

La escuadra estadounidense estaba compuesta por cinco buques: los cañoneros USS Wilmington y USS Machias, los torpederos USS Winslow y USS Foote, y el guardacostas USS Hudson. Las autoridades norteamericanas recibieron informes de que barcos de la Armada Española se refugiaban en la bahía de Cárdenas. El 11 de mayo, tras varios días de bloqueo, decidieron lanzar un ataque frontal.

Poco después del mediodía, la alarma se propagó por la ciudad: la flota estadounidense había ingresado en la bahía. Soldados y voluntarios se prepararon rápidamente para repeler la invasión, ocupando trincheras en el litoral y abordando tres navíos: las lanchas cañoneras Alerta y Ligera, junto con el remolcador armado Antonio López. Ligera y Alerta se refugiaron en aguas poco profundas, donde los buques norteamericanos, de mayor calado, no podían maniobrar con facilidad. Mientras tanto, el Antonio López permaneció en el muelle para permitir la evacuación de su tripulación en caso de ser necesario.

El Winslow, quizás creyendo que el Antonio López era un barco civil, se acercó demasiado, lo que permitió a la tripulación española abrir fuego. La suerte no acompañó al pequeño torpedero: tras solo dos disparos, perdió su sistema de dirección. Un par de impactos más dañaron su cubierta y una de sus máquinas. En poco tiempo, el Hudson acudió en su auxilio y comenzó a remolcarlo fuera del alcance de los cañones enemigos, mientras el Wilmington, con sus doce cañones, respondía con un intenso bombardeo contra los buques españoles y la ciudad. En el transcurso de la retirada, un último proyectil impactó el Winslow, matando a cinco marinos, entre ellos el oficial Worth Bagley, quien se convirtió en el primer oficial naval estadounidense en morir en combate durante la guerra.

El ataque duró entre una y dos horas, tiempo suficiente para causar grandes daños materiales. Varios almacenes sufrieron pérdidas, entre ellos el de la empresa Arechabala S.A., que años después crearía el famoso ron Havana Club. También resultaron dañadas la estación de ferrocarril, la tienda La Positiva, el colegio de los Reverendos Padres Trinitarios y numerosas residencias.

Al concluir la guerra, varios residentes y propietarios presentaron demandas contra el gobierno estadounidense por los daños sufridos aquel 11 de mayo. El caso más destacado fue el de Enriqueta García y Martín, dueña de la finca Buena Vista en Camarioca, quien, junto a su esposo, recibió en 1908 una indemnización total de $13,138, una suma que, ajustada a la inflación, equivaldría hoy a aproximadamente $450,000.

A pesar del bombardeo, los buques españoles salieron prácticamente ilesos tanto de la batalla como de la guerra. Al finalizar el conflicto, fueron vendidos, marcando así el fin de una era de dominio español en el Nuevo Mundo.